
Y resultó que dimos un pequeño viaje en una medusa gigante, Alexandra era mi guía, mi pequeñita luz en mi faro.
Me inventó un acuario en el cual una caracola de Neruda me decía la hora, y en las sombras que tanto yo temía, hacía con sus manos unos caballitos de mar.
Barcos de papel tenía mi pecera y una botella con un diminuto mensaje.
Todos los días venía con vasitos de agua para equilibrar las olas.
Un día la luna se puso pálida y la mar engreída, su duelo fué en el océano formando estrepitosa tormenta.
¿Dondé estás mamá? ¿porqué nos hemos quedado a oscuras?
¿porqué los navíos no ven dónde pasan?.
Alexandra al ver que el miedo se aproximaba en forma de ola, tocó su violín en medio de las aguas, dejando a su paso una danza francesa en la corriente...
Las sirenas son perspicaces saben donde poner de azul los espacios, si no le temes a mi aspecto te llevaré en una nube a poner el océano en órbita...
Los sueños están hechos de agua decía una medusa gigante mientras volábamos.